Continuar por la Rúa das Ameas hasta la Praza de Santiago Agostiño. De aquí pasar a la Praza da Pescadería Vella y luego a la Praza de Cervantes. Esta plaza era conocida en el siglo XII como el "Foro", por ser punto de reunión popular y el lugar donde el pregonero leía los acuerdos municipales y ordenanzas del Arzobispo. Por esta vocación informativa, una de sus calles, se denomina "del Preguntoiro". Un busto de Miguel de Cervantes, el escritor de "El Quijote", corona la fuente.
Continuar por la calle Acibechería hasta llegar a la Catedral y darle toda una vuelta para ver sus diferentes plazas y entradas:
- Praza da Inmaculada: enmarcada entre el monasterio de San Martiño Pinario y la fachada catedralicia de la Azabachería, debe su nombre a los talleres dedicados a la talla del azabache. Allí desemboca el último tramo urbano de los Caminos de Santiago Francés, Inglés y del Norte, que entran al casco histórico por la llamada Puerta del Camino.
- Praza das Praterías: debe su nombre a los talleres de orfebres situados desde la Edad Media en los bajos aportalados del claustro y está dominada por la única fachada románica que conserva la Catedral. En esta plaza destaca la torre del Reloj de la catedral, de 72 metros de altura, que puede ser divisada desde cualquier punto de la ciudad.
- Praza da Quintana: majestuosa y sobria, está dividida en dos espacios diferenciados por la escalinata: la quintana de Vivos y la Quintana de Mortos (fue lugar de enterramiento hasta 1780, cuando por razones sanitarias y falta de espacio se optó por otro cementerio). En esta plaza podemos ver la Puerta Santa de la catedral, que sólo se abre en año santo y permite, entrando por ella, ganar el jubileo. El imponente muro del Monasterio de San Paio de Antealtares delimita el conjunto por el otro lado.