No merece demasiado la pena entrar, ya que apenas queda nada de ellos y es complicado hacerse a la idea de lo que eran. Pero si cuando paséis por la zona están abiertos, entrad a echar una ojeada (Carrera del Darro 31). Es gratis.
Se encuentran en el bajo de una casa particular, en la Carrera del Darro, a los pies de la Alhambra y es uno de los pocos establecimientos de este tipo que consiguieron salvarse de la destrucción por parte de los Reyes Católicos, ya que entre los cristianos tenían una reputación comparable a la de los burdeles. Su planta es rectangular y sus muros de hormigón, cubriendo los distintos aposentos con bóvedas de ladrillo y tragaluces octogonales en forma de estrellas para su iluminación.